miércoles, 8 de octubre de 2008

Que Dios me preste una escoba

El primer aporte de una onirívora, mi querida Ariel. Mezcla de dolor ácido y humor agrio. Enjoy it,
Chatterton

Que Dios me preste una escoba
Y lo barra lejos, a lo de algún toba.
Que mi aquí, mi allá y todos mis lugares
Deroguen el recuerdo de cada uno de sus lunares.
Que su cara deje de tener sentido
Y evocarla sea el más difícil partido.
Que se me olviden sus poros,
Que antes me acuerde de la historia de los moros.
Que sus palabras oligarcas vuelen lejos
Y aprendan a mirarse en los espejos.
Que lo que le queda de mis ojos se calce los botines
Y lo persiga por cada uno de sus bulines.
Que llore las lágrimas que hoy yo lloro
Que se vaya a Pamplona y lo corra un toro
Que se le siembre la ciudad de recuerdos como a mí hoy me pasa
Que las chicas le sepan como a mí la uva en pasa
Que su almohada se torne pañuelo como la mía
Que ni Cupido ni Afrodita le concedan la amnistía.
Que la memoria deje de gritarme su nombre al oído
O que aprenda sánscrito así no entiendo su alarido.
Pero que sepa, ante todo, que yo no olvidoY que si alguna vez él vuelve, yo me habré ido.

Ariel

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